Hay dos tipos de personas en el mundo: las que adoran hablar en público y las que se mueren de miedo al pensar en ello.
La ansiedad escénica y el miedo escénico son fenómenos perfectamente normales que les ocurren a muchas personas. Es importante que entiendas lo que es el miedo escénico, para que puedas superarlo por completo.
El miedo escénico o la ansiedad de actuación es una fobia persistente que se despierta en un individuo cuando se le exige que actúe delante de un público.
Entonces, ¿cómo superar el miedo escénico al hablar en público?
Conoce tu material
Nada detendrá el miedo escénico en sus garras como estar preparado. Conoce tu contenido, tu discurso y, sobre todo, a tu público. Si sabes de qué estás hablando, no tienes motivos para estar nervioso.
Comprender tu tema te permitirá hablar con más naturalidad y, por tanto, con más seguridad. Además, si se produce un fallo técnico, no te afectará porque ya tienes confianza en el tema.
Practica, practica, practica
Conocer tu materia ayuda, pero no necesariamente erradica el problema. Tienes que practicar todo lo que puedas antes del día de la actuación o de hablar en público.
Conoce realmente tu contenido al dedillo y practica (preferiblemente delante de un público en directo) todo lo que puedas para aumentar tu confianza.
Háblate a ti mismo
Tienes que darte cuenta de que aunque el miedo escénico está «todo en la mente», el miedo se manifiesta de forma física. La mejor ofensa es cambiar tu discurso negativo. Deja de preocuparte por: «¿Y si me olvido del contenido?»
Cambia eso por un discurso positivo como: «¿Y si se me da muy bien?». Puede sonar simplista o demasiado fácil, pero la afirmación positiva contribuirá en gran medida a reducir el miedo escénico al hablar en público.
Traga en lo peor
Si no puedes calmarte con un discurso positivo, entonces tal vez sea hora de que pienses en el peor escenario. Una vez que hagas esto, te darás cuenta de que el peor escenario no es realmente tan malo. Esto podría ayudar a calmar tus nervios.
Visualiza el resultado
Llámalo como quieras: reflexión, visualización, meditación. Lo llames como lo llames, hazlo. Dedica un tiempo a visualizarte haciendo una presentación perfecta y hablando en público: llena de humor, calidez, confianza e inteligencia.
Cuanto más se imagine siendo grande, más probable será que lo consiga.
No todo gira en torno a ti
Aunque sientas que todo el mundo quiere reírse de ti, criticarte o juzgarte, no es así. Supera la sensación de que el mundo se va a colgar de cada uno de tus errores.
Cuando las cosas van mal
Tarde o temprano, algo irá mal. Puede que tu proyector o tu micrófono dejen de funcionar. Si ya conoces tu contenido, lo más probable es que esto no te perturbe tanto. Si, por ejemplo, tu micrófono deja de funcionar, no te estreses por ello, continúa con una voz más alta. Lo más probable es que el personal técnico ya esté estresado y trabajando para solucionar el problema, así que preocuparse por el mismo asunto no servirá de nada.
Mantén la calma, no te apresures
No te apresures en tu presentación. Empieza despacio y date tiempo para coger un ritmo cómodo. Necesitas tiempo para acostumbrarte a la audiencia y la audiencia también necesita tiempo para acostumbrarse a ti.
Enfócate en pasar los primeros 5 minutos
Imagina que toda tu presentación dura sólo cinco minutos. Esto hará que sea menos estresante. Céntrate en superar sólo los primeros cinco minutos y en ese momento ya te habrás calmado y el resto será cuesta abajo.
Nunca te disculpes por estar nervioso
Tres cuartas partes de las veces, nadie notará que estás nervioso. ¿Por qué decírselo? Puede que te sientas temblar y temblar, pero tu público puede no darse cuenta. No lo menciones. Hará que tu audiencia también esté nerviosa y estará demasiado preocupada por tu actuación como para sacar mucho provecho de tu presentación.
No compartas tus errores
Has preparado, practicado y te sientes bien con tu discurso o presentación. De repente, en el escenario te das cuenta de que has mezclado el orden de los temas o has olvidado un punto importante. Pero recuerda que tú eres el único que lo sabe. Tu público no lo sabe. Así que no les hagas notar un error que ni siquiera sabían que existía. Si lo sacas a relucir, algunas personas podrían empezar a buscar más agujeros, lo que en última instancia distrae de todo el propósito de tu presentación en primer lugar.
Llega temprano
Obviamente, si llegas tarde, esto sólo aumentará tu ansiedad. Llega temprano y aclimátate a tu entorno. Incluso puedes echar un vistazo al escenario y al auditorio para acostumbrarte al entorno.
Estira
Si estás nervioso, lo más probable es que tu cuerpo esté rígido y tus músculos tensos. Quince minutos antes de hablar en público y salir al escenario, haz algunos estiramientos. Esto aflojará los músculos tensos y relajará tu cuerpo.
Respira
El nerviosismo siempre va acompañado de respiraciones rápidas y cortas y si no se soluciona, te hará perder el equilibrio. Minutos antes de salir al escenario, haz algunas respiraciones lentas y profundas, para que cuando llegues al escenario tu respiración esté relajada.
Revisa todo
¿Tienes un portátil o notas? Comprueba que todo funciona. Cuando salgas al escenario y de repente te des cuenta de que te has olvidado los apuntes, será demasiado tarde. Por supuesto, los nervios se apoderarán de ti. Conoce tu discurso o presentación tan bien que, si esto ocurre, puedas continuar sin problemas.
No luches contra tu miedo escénico… Trabaja con él
Tienes que esperar y aceptar el hecho de que te sentirás ansioso, especialmente los primeros minutos de tu presentación. Cuanto más te resistas a la ansiedad, más te perjudicará. Una vez más, concéntrate en la presentación cuando hables en público y la ansiedad irá desapareciendo poco a poco.
Foto de micrófono de podio vía