Adaptación sensorial

Visión

En cuanto al sentido de la vista, la adaptación sensorial implica la adaptación a la oscuridad y a la luz. La adaptación a la oscuridad se refiere a los cambios en la sensibilidad de los receptores en respuesta a la reducción de la intensidad de la luz. El proceso de adaptación a la oscuridad se manifiesta a través de tres cambios en el sistema visual. En primer lugar, la pupila se dilata inmediatamente después de percibir la reducción de los estímulos luminosos (en términos de intensidad). La dilatación de la pupila es necesaria para que pueda entrar más luz disponible y estimular la retina. En segundo lugar, los receptores de color o conos se vuelven cada vez más sensibles. Al cabo de 5 a 10 minutos de niveles bajos de iluminación, los conos logran la adaptación a la oscuridad de forma completa. Por último, los receptores de la visión nocturna o bastones se vuelven cada vez más sensibles.

Al igual que los conos, los bastones tienen una sustancia química sensible a la luz que se concentra más en el entorno de poca luz. Los bastones son más lentos para experimentar la adaptación a la oscuridad en comparación con los conos, con un lapso de 20 a 30 minutos.La adaptación a la luz también incluye cambios en el tamaño de la pupila, la sensibilidad de los conos y la sensibilidad de los bastones.

En general, los cambios son opuestos a los de la adaptación a la oscuridad. La pupila se hace más pequeña inmediatamente en la adaptación a la luz para permitir que entre menos luz en el ojo. Tanto los conos como los bastones se vuelven menos sensibles a la luz. La adaptación a la luz tarda sólo unos segundos, ocurriendo más rápido que la adaptación a la oscuridad debido a la naturaleza de los fotones para entrar en el ojo rápidamente en el aumento de la intensidad de la luz y destruir el exceso de productos químicos sensibles a la luz.

Oído

En cuanto al oído, nuestros oídos se adaptan al sonido fuerte cuando éste golpea los pequeños huesos situados en el oído interno. El sonido fuerte hace que los huesos del oído interno se contraigan. Esta contracción provoca la reducción o el retraso de la transmisión de las vibraciones sonoras al oído interno. A continuación se produce la detección de las vibraciones. Sin embargo, este proceso de adaptación auditiva no suele funcionar muy bien con los sonidos fuertes que son repentinos o instantáneos. Ejemplos de estos sonidos son los disparos o las explosiones.

Sabor y olor

Las bajas concentraciones de varias sustancias químicas presentes en el aire pueden ser detectadas por los receptores sensoriales de la nariz. Entre estas sustancias químicas que detectamos rápidamente se encuentran las de los perfumes o los ambientadores.

Tacto

Los humanos somos capaces de adaptarnos a estímulos calientes y fríos en una fracción de segundo si los estímulos no son demasiado extremos, como un baño caliente o un lago frío. Sin embargo, los estímulos muy calientes o muy fríos pueden destruir los receptores del tacto, y esta estimulación intensa puede interpretarse como sensación de dolor.

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