Aftas

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¿Qué son las aftas?

Si alguna vez has tenido este tipo de llagas abiertas en la boca y te has tomado un trago de jugo de naranja, ya sabes cuánto pueden doler las aftas.

Las aftas solo ocurren dentro de la boca. Las puedes tener sobre o debajo de la lengua y en la cara interna de mejillas y labios, las partes de la boca que se pueden mover. Suelen salir de una en una, pero a veces aparecen formando grupos pequeños.

Lo bueno es que suelen desaparecer por si solas sin necesidad de tratamiento.

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¿Cuáles son los signos de que puede ser un afta?

Puedes sentir un hormigueo o quemazón en la boca antes de que te aparezca un afta. Enseguida te aparecerá un bultito rojo. Luego, al cabo de un día o dos, se abrirá, dejando una herida abierta blanca o amarillenta con un borde rojo.

Las aftas suelen doler y pueden medir hasta media pulgada (más de 1 cm), aunque la mayoría de ellas son de menor tamaño. Sin contar con el molesto dolor en la boca, lo más probable es que te encuentres bien.

Las aftas no son contagiosas. Otras lesiones que salen en la boca, como el herpes labial, sí lo son. No puedes tener aftas por compartir comida con otras personas ni por besar a alguien.

Si tienes una llaga en la boca y no sabes si se trata de un afta o de un herpes labial, fíjate en dónde aparece: el herpes labial suele aparecer fuera de la boca, alrededor de los labios, la barbilla o los orificios nasales. Las aftas aparecen siempre dentro de la boca.

¿Quiénes desarrollan las aftas?

Las aftas suelen empezar a aparecer entre los 10 y los 20 años de edad, aunque pueden ocurrir en cualquier momento en la vida de una persona. Son bastante frecuentes: aproximadamente 1 de 5 personas las tienen de forma regular.

Las padece el doble de mujeres que de hombres. Los médicos creen que se puede deber a las diferencias que hay entre las hormonas masculinas y las femeninas, sobre todo porque las mujeres las suelen desarrollar en ciertos momentos del ciclo menstrual.

¿Cuál es la causa de las aftas?

Nadie sabe exactamente qué es lo que causa las aftas. Pero las aftas se dan por familias. Esto significa que, si tus padres o tus hermanos tienen aftas, los genes que compartes con ellos hacen que sea más probable que también desarrolles aftas.

Puede haber una relación entre las aftas y el estrés. Si tienes aftas en época de exámenes o en otro momento importante de tu vida, puede ser un signo del estrés al que te estás sometiendo.

Las heridas en la boca (como morderse el interior del labio y hasta cepillarse los dientes con demasiada fuerza lesionando la delicada membrana que cubre el interior de la boca) también parecen facilitar la aparición de aftas. El lauril sulfato de sodio (LSS), un ingrediente de muchas pastas de dientes y enjuagues bucales se ha asociado a la aparición de aftas, y a veces las aftas pueden ser un signo de un problema en el sistema inmunitario.

Para acabar, no alimentarse bien (como no ingerir suficiente cantidad de hierro o de vitamina B12), también puede contribuir a que aparezcan aftas.

¿Cómo se diagnostican las aftas?

Las aftas son bastante frecuentes, pero eso no significa que se deban ignorar. Si tienen aftas que te duran más de dos semanas o no puedes comer o beber por el dolor que te provocan, llama a tu médico. Llámalo también si tienes aftas más de dos o tres veces al año.

Generalmente, no hace falta aplicar ninguna prueba para diagnosticar un afta. Tu médico las puede identificar solo basándose en tus antecedentes médicos y en tu examen físico.

En algunos casos, los médicos pueden pedir análisis de sangre para averiguar si otras afecciones, como una deficiencia de vitaminas, un problema en el sistema inmunitario o incluso una alergia alimentaria podrían estar contribuyendo a las aftas.

¿Cómo se tratan las aftas?

La mayoría de las aftas se curan por si solas en un período que va desde pocos días hasta un par de semanas. Mientras esperas a que desaparezcan, puedes tomar medicamentos contra el dolor (o analgésicos) de venta libre, como el ibuprofeno o el paracetamol.

También te interesa fijarte en lo que comes. Los alimentos picantes y ácidos, como los limones y los tomates, pueden hacer que duela mucho más un afta abierta. Mantente alejado de alimentos duros, rasposos o crujientes, como nueces, tostadas, galletas saladas o patatas fritas durante un tiempo. Pueden rozar o arrancar partes del afta.

Ten cuidado cuando te cepilles los dientes. Cepíllate los dientes y enjuágate la boca con dentífricos y colutorios que no contengan lauril sulfato de sodio. Y evita cepillarte el afta directamente con el cepillo de dientes porque podría empeorar.

Si tienes aftas que no mejoran al cabo de un par de semanas, si las aftas siguen volviendo o aparecer o si te hacen encontrarte tan mal que no quieres comer, llama a tu médico o dentista. Es posible que te recete un medicamento tópico o un enjuague bucal especial para ayudar a que se te curaren las aftas.

En relación a los medicamentos que se deben aplicar directamente en el afta, primero sécate el área con un pañuelito de papel. Utiliza un hisopo (o bastoncillo de algodón) para aplicar una pequeña cantidad del medicamento sobre el afta y no comas ni bebas durante por lo menos 30 minutos para asegurarte de que la saliva no arrastra el medicamento.

Aunque es verdad que pueden doler, la mayoría de las veces las aftas no son nada grave y desaparecen por sí solas.

Revisado por: Patricia Solo-Josephson, MD
Fecha de revisión: junio de 2017

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