Nuestros cuerpos son campos de batalla contra las infecciones y las enfermedades. Las funciones corporales normales, como la respiración o la actividad física, y otros hábitos de vida (como el tabaquismo) producen unas sustancias llamadas radicales libres que atacan a las células sanas. Cuando estas células sanas se debilitan, son más susceptibles de sufrir enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer. Los antioxidantes -como las vitaminas C y E y los carotenoides, entre los que se encuentran el betacaroteno, el licopeno y la luteína- ayudan a proteger las células sanas del daño causado por los radicales libres.
Carotenoides
Entre los más de 600 carotenoides que contienen los alimentos, el betacaroteno, el licopeno y la luteína son líderes conocidos en la lucha por reducir el daño de los radicales libres. Los alimentos ricos en carotenoides pueden ser eficaces para ayudar a prevenir ciertos tipos de cáncer y pueden ayudar a disminuir el riesgo de degeneración macular.
Los alimentos con alto contenido en carotenoides son las verduras de hoja roja, naranja, amarillo intenso y algunas de color verde oscuro; entre ellas se encuentran los boniatos, las espinacas, las zanahorias, los tomates, las coles de Bruselas, la calabaza de invierno y el brócoli.
Vitamina E
Las investigaciones han demostrado el amplio papel de la vitamina E en la promoción de la salud. El papel principal de la vitamina E es el de antioxidante. La investigación ha analizado su posible papel para ayudar a proteger el cuerpo del daño celular que puede conducir al cáncer, las enfermedades del corazón y las cataratas a medida que envejecemos. La vitamina E trabaja con otros antioxidantes, como la vitamina C, para ofrecer protección contra algunas enfermedades crónicas. La vitamina E se encuentra en los aceites vegetales, el germen de trigo, los cereales integrales y fortificados, las semillas, los frutos secos y la mantequilla de cacahuete.
Vitamina C
Quizás el antioxidante más conocido, la vitamina C ofrece una amplia variedad de beneficios para la salud. Estos beneficios incluyen la protección de su cuerpo contra las infecciones y el daño a las células del cuerpo, ayudando a producir colágeno (el tejido conectivo que mantiene unidos los huesos y los músculos) y ayudando en la absorción de hierro.
Para aprovechar estos beneficios, consuma alimentos ricos en vitamina C como los cítricos (incluidas las naranjas, los pomelos y las mandarinas), las fresas, los pimientos dulces, los tomates, el brócoli y las patatas.
Desafíos para una alimentación saludable
La mejor manera de elaborar un plan de alimentación saludable es comer comidas y tentempiés bien equilibrados cada día y disfrutar de una amplia variedad de alimentos. Para la mayoría de los adultos, comer al menos 1 taza y media de frutas y 2½ tazas de verduras al día es un buen comienzo para llevar una vida saludable. Recuerde: las frutas y verduras frescas, congeladas, secas y enlatadas son todas nutritivas. Elija las opciones congeladas y enlatadas sin azúcares ni sal añadidos.
Muchas autoridades sanitarias recomiendan obtener antioxidantes de los alimentos en lugar de suplementos, y las investigaciones no han demostrado que los suplementos antioxidantes sean beneficiosos para prevenir enfermedades. De hecho, en algunos casos los suplementos antioxidantes han aumentado el riesgo de ciertos cánceres. Sin embargo, puede haber circunstancias que hagan que una alimentación saludable sea un reto. Pregunte a un dietista-nutricionista titulado o a su médico si necesita un suplemento. Un nutricionista dietista registrado puede evaluar su patrón de alimentación y determinar si un suplemento es adecuado para usted.