Arcos caídos

ROCHESTER, Minnesota – El dolor continuo a lo largo de la parte interna del pie y el tobillo amerita una visita al médico, según la edición de marzo de Mayo Clinic Health Letter. Ese dolor podría ser un síntoma de arcos caídos, es decir, una alteración en el tendón que normalmente proporciona estabilidad para caminar y apoyo al arco del pie.

Cuanto antes se identifique este problema, conocido como disfunción del tendón tibial posterior, más probable será que el tratamiento no invasivo ayude. Si no se trata, el tendón seguirá degenerándose.

El tendón posterior se encuentra en la parte interior de la parte inferior de la pierna, comenzando en un músculo de la pantorrilla y uniéndose a los huesos de la parte interior del pie. Las lesiones de este tendón se encuentran entre los problemas más comunes del pie y del tobillo. Pueden producirse con el paso del tiempo con el desgaste, con el uso excesivo durante la práctica de deportes de alto impacto o durante una caída.

La obesidad, la diabetes, la presión arterial alta y las inyecciones de esteroides pueden aumentar el riesgo de disfunción del tendón tibial. Los arcos caídos son más comunes en adultos mayores de 40 años, y afectan a las mujeres con más frecuencia que a los hombres.

Los síntomas incluyen hinchazón en la parte interna del tobillo, dolor que empeora con la actividad o al caminar por terrenos irregulares, dificultad para caminar o estar de pie durante períodos prolongados y, eventualmente, dolor en la parte externa del tobillo debido a que el hueso del talón se desplaza hacia afuera.

El diagnóstico requiere un examen físico y a menudo incluye radiografías u otras imágenes. El tratamiento depende de la magnitud del problema del tendón. El objetivo es reducir el dolor, estabilizar el pie y prevenir cambios adicionales en la integridad del pie.

Las opciones de tratamiento conservador incluyen:

  • Detener o disminuir las actividades que agravan el dolor del pie.
  • Aplicar compresas frías en la zona dolorida tres o cuatro veces al día durante un máximo de 20 minutos cada vez.
  • Tomar medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, como ibuprofeno (Advil, Motrin IB, otros) o naproxeno (Aleve, otros) para reducir el dolor y la inflamación.
  • Perder peso y participar en actividades físicas de bajo impacto.
  • Usar una escayola corta en la pierna o una bota para caminar para estabilizar el tendón.
  • Usar plantillas ortopédicas para controlar la posición del pie.

Se puede considerar la cirugía si el dolor no mejora después de seis meses de tratamiento conservador. Las opciones quirúrgicas incluyen la sustitución del tendón dañado por otro tendón del pie, la realineación de los huesos para crear un arco más normal o la fusión de las articulaciones para estabilizar la parte posterior del pie.

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