Se sabe poco sobre cómo era la vida de los mongoles durante la Edad de Bronce. El período ha estado durante mucho tiempo rodeado de misterio debido a la falta de artefactos y asentamientos, y en consecuencia, ha sido difícil para los arqueólogos entender cómo los mongoles se desarrollaron y prosperaron en ese entonces.
En un estudio publicado recientemente en la revista HOMO, un equipo de investigadores de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda, el Museo de Historia Natural en Washington, D.C, y la Academia de Ciencias de Mongolia intentan desentrañar un poco de este misterio. Los investigadores examinaron los restos óseos de 25 individuos procedentes de los khirigsuurs (montículos ceremoniales) de la subdivisión administrativa de Hovsgol, en el norte de Mongolia. Estos huesos datan de hace aproximadamente 3.500 a 2.700 años.
Según los investigadores, los restos mostraban escasos signos de enfermedades infecciosas y asociadas a la malnutrición, como raquitismo, osteomalacia, escorbuto u osteoporosis generalizada. El estudio sugiere que las enfermedades pueden haberse generalizado en las últimas generaciones de mongoles debido a los cambios demográficos y culturales. Sin embargo, estos mongoles vivían en pequeños grupos y rara vez se asentaban en un solo lugar, lo que mantenía a raya las enfermedades contagiosas.
Pero la vida no siempre fue pacífica. Uno de los restos masculinos mostraba varios signos de lesiones debidas a conflictos interpersonales. En el esqueleto se encontraron lesiones perimortem afiladas, como cortes u otras heridas que se producen en el momento de la muerte, junto con signos de traumatismo por objeto contundente.
Los huesos también proporcionaron información adicional sobre el momento en que los mongoles tomaron el caballo. En los restos se encontraron nódulos de Schmorl, que se producen cuando el tejido blando de un disco vertebral empuja hacia las vértebras cercanas. Esta afección es común con la vejez y la degeneración de la columna vertebral, pero también está asociada a la equitación. En los restos también se encontraron varias lesiones traumáticas consistentes con caídas de caballos y otros animales, potencialmente por intentos de domesticación.
«El momento de la introducción del pastoreo a caballo ha sido algo que los investigadores han estado tratando de precisar debido a las amplias implicaciones para los cambios en la cultura, el comercio, la guerra y la organización sociopolítica», dice Sarah Karstens, investigadora principal del proyecto, en un correo electrónico. El descubrimiento de estos nódulos ofrece a los científicos algunas pruebas de que tal vez este sea el período en el que los mongoles comenzaron a trabajar con animales y a montar a caballo.
Karstens dice que el tamaño de la muestra era demasiado pequeño para sacar conclusiones grandiosas, pero señala que las diversas lesiones y los patrones de cambios degenerativos son consistentes con lo que les sucede a los jinetes modernos. Explicó además que en este periodo es donde empezamos a ver cómo se forma una identidad cultural en Mongolia, «en términos del estilo de vida pastoral nómada, el ceremonialismo y el significado cultural de los animales».»
Aunque todavía hay mucho que aprender sobre la Mongolia de la Edad de Bronce, ahora sabemos más sobre lo que comían y cómo se desarrollaron como sociedad. Los científicos también están cada vez más cerca de saber cuándo los animales, los caballos en particular, se volvieron vitales para el modo de vida mongol.