Una gran manera de rezar es buscar la presencia de Dios en tu vida. Hace más de 400 años San Ignacio de Loyola fomentó la atención a la oración proponiendo lo que se ha llamado el Examen Diario. El Examen es una técnica de reflexión orante sobre los acontecimientos del día para detectar la presencia de Dios y discernir su dirección para nosotros. Prueba esta versión de la oración de San Ignacio.
1. Toma conciencia de la presencia de Dios. Repasa los acontecimientos del día en compañía del Espíritu Santo. El día puede parecerte confuso, una mancha, un revoltijo, una confusión. Pídele a Dios que te aporte claridad y comprensión.
2. Repasa el día con gratitud. La gratitud es la base de nuestra relación con Dios. Recorre tu día en presencia de Dios y anota sus alegrías y placeres. Concéntrese en los regalos del día. Fíjate en el trabajo que hiciste, en las personas con las que te relacionaste. ¿Qué recibiste de esas personas? ¿Qué les has dado? Presta atención a las cosas pequeñas: la comida que has comido, los paisajes que has visto y otros placeres aparentemente pequeños. Dios está en los detalles.
3. Presta atención a tus emociones. Una de las grandes ideas de San Ignacio era que detectamos la presencia del Espíritu de Dios en los movimientos de nuestras emociones. Reflexiona sobre los sentimientos que has experimentado durante el día. ¿Aburrimiento? ¿Excitación? ¿Resentimiento? ¿Compasión? ¿Ira? ¿Confianza? ¿Qué está diciendo Dios a través de estos sentimientos?
Lo más probable es que Dios te muestre algunas formas en las que te quedaste corto. Toma nota de estos pecados y faltas. Pero busca profundamente otras implicaciones. Un sentimiento de frustración, ¿quizás significa que Dios quiere que consideres una nueva dirección en alguna área de tu trabajo? ¿Estás preocupado por un amigo? Tal vez debas acercarte a ella de alguna manera.
4. Elige un rasgo del día y ora a partir de él. Pida al Espíritu Santo que le dirija hacia algo durante el día que Dios considere especialmente importante. Puede tratarse de un sentimiento -positivo o negativo-. Puede ser un encuentro significativo con otra persona o un momento vívido de placer o paz. O puede ser algo que parece más bien insignificante. Míralo. Reza sobre ello. Permita que la oración surja espontáneamente de su corazón-ya sea intercesión, alabanza, arrepentimiento o gratitud.
5. Mira hacia el mañana. Pide a Dios que te dé luz para los desafíos de mañana. Presta atención a los sentimientos que afloran mientras observas lo que se avecina. ¿Tienes dudas? ¿Animado? ¿Preocupado? ¿Lleno de ilusión? Permite que estos sentimientos se conviertan en oración. Busca la guía de Dios. Pídele ayuda y comprensión. Reza por la esperanza.
San Ignacio animaba a la gente a hablar con Jesús como con un amigo. Termina el Examen Diario con una conversación con Jesús. Pide perdón por tus pecados. Pide su protección y ayuda. Pídele su sabiduría sobre las preguntas que tienes y los problemas a los que te enfrentas. Haz todo esto con un espíritu de gratitud. Tu vida es un regalo, y está adornada con regalos de Dios. Termina el Examen Diario con el Padre Nuestro.
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