El DMDD es tratable, normalmente con terapia conductual o una combinación de terapia conductual y medicación.
Picoterapia: El objetivo en el tratamiento del DMDD es ayudar a los niños a aprender a regular sus emociones y evitar los estallidos extremos o prolongados. Se ha comprobado que una combinación de terapia conductual dialéctica para niños (DBT-C) y el entrenamiento en el manejo de los padres es muy eficaz en el tratamiento del trastorno de desregulación del estado de ánimo disruptivo.
En la DBT-C, en lugar de desestimar las emociones del niño, el terapeuta valida esas emociones y luego ayuda al niño a desarrollar habilidades para hacer frente cuando sus sentimientos se vuelven demasiado intensos o inmanejables. El niño aprende habilidades de atención plena, regulación emocional, tolerancia a la angustia y eficacia interpersonal. Los padres también aprenden estas habilidades, tanto para ayudar a su hijo como para utilizarlas en el manejo de su propia respuesta emocional a los arrebatos de su hijo.
En el entrenamiento de manejo de los padres, se les enseñan estrategias específicas que pueden utilizar cuando responden al comportamiento disruptivo de un niño, para evitar reforzar los arrebatos y en su lugar recompensar los comportamientos deseados.
Farmacológicos: La medicación puede recetarse cuando la terapia y la formación de los padres no están disponibles, o no son eficaces por sí solas. La medicación estimulante, que ayuda a los niños a frenar los impulsos, y un antidepresivo con efectos secundarios leves, como los ISRS, suelen ser un primer paso cuando la medicación parece necesaria. Si esa combinación no funciona, o si la situación es urgente, puede recetarse una dosis baja de un antipsicótico atípico, como Risperdal.