Las estrellas comienzan su vida cuando la fusión del hidrógeno se enciende en sus densos y calientes núcleos. Una vez que ese proceso se inicia, comienza el juego. La atracción gravitatoria de toda la masa de la estrella trata de comprimirla en un punto diminuto, pero la energía liberada por la fusión empuja hacia fuera, creando un delicado equilibrio que puede persistir durante millones o incluso billones de años.
Las estrellas pequeñas viven un tiempo increíblemente largo. Debido a su pequeña estatura, no necesitan mucha energía para equilibrar la atracción gravitatoria hacia el interior, por lo que sólo sorben sus reservas de hidrógeno. Además, las atmósferas de estas estrellas circulan constantemente, arrastrando hidrógeno fresco desde las capas exteriores hasta el núcleo, donde puede alimentar el fuego continuo.
En total, una típica estrella enana roja quemará felizmente hidrógeno en su núcleo durante billones de años. A medida que estas pequeñas estrellas envejecen, se vuelven cada vez más brillantes hasta que se apagan vagamente, convirtiéndose en un bulto inerte y aburrido de helio e hidrógeno que merodea por el universo sin preocuparse de nada más que de sí mismo.
Es un destino triste, pero al menos es tranquilo.
El gran final
Cuando las estrellas masivas de nuestro universo mueren, es mucho más violento. Debido al mayor volumen de estas estrellas, las reacciones de fusión tienen que ocurrir mucho más rápido para mantener el equilibrio con la gravedad.
A pesar de ser mucho más pesadas que sus primas enanas rojas, estas estrellas tienen una vida mucho más corta: en tan sólo unos pocos millones de años (lo que, teniendo en cuenta las escalas de tiempo astronómicas, bien podría ser la próxima semana) mueren.
Pero cuando las estrellas masivas mueren, lo hacen en toda su gloria.Su enorme tamaño, significa que hay suficiente presión gravitatoria no sólo para fusionar hidrógeno, sino también helio. Y carbono. Y el oxígeno. Y magnesio. Y el silicio. Un buen número de los elementos de la tabla periódica se producen en el interior de estas estrellas gigantes cerca del final de su vida.
Pero una vez que estas estrellas forman un núcleo de hierro, la música se detiene y la fiesta se acaba.
Todo ese material que rodea al hierro aprieta el núcleo, pero la fusión del hierro no libera energía para contrarrestarlo. En su lugar, el núcleo se contrae a densidades tan increíbles que los electrones son empujados dentro de los protones, convirtiendo todo el núcleo en una bola gigante de neutrones.
Esa bola de neutrones es capaz de resistir -al menos temporalmente- el aplastante colapso, desencadenando la explosión de una supernova. Una supernova liberará más energía en una semana que nuestro sol en el transcurso de sus 10.000 millones de años de vida. La onda expansiva y el material expulsado durante la explosión crean burbujas en el medio interestelar, alteran las nebulosas e incluso expulsan material de las propias galaxias…
Es una de las vistas más espectaculares de todo el universo. Cuando las supernovas ocurren en nuestro cuello de los bosques galácticos, las explosiones son lo suficientemente brillantes como para aparecer durante el día e incluso pueden ser más brillantes que la luna llena por la noche.
Muy intenso, y qué manera de irse.