Geografía
El terreno de Galicia es montañoso y relativamente uniforme en cuanto a la elevación, con más de la mitad de su superficie situada entre los 1.300 y los 2.000 pies (400 y 600 metros) y menos de una quinta parte en elevaciones inferiores a 650 pies (200 metros). Las montañas rodean el interior, aislando la región de las provincias españolas de Asturias, León y Zamora al este y de Portugal al sur. El interior está dominado por montañas fuertemente disecadas, que van dejando paso a las llanuras costeras de los litorales atlántico y cantábrico. Numerosos ríos y sus afluentes drenan hacia el mar a través de Galicia, lo que permite a la región exportar energía hidroeléctrica al resto de España. Las precipitaciones anuales son moderadamente altas, superando las 40 pulgadas (1.000 mm) en la mayoría de los lugares, pero su beneficio es limitado, ya que el suelo, muy erosionado, retiene poca humedad.
Los pueblos son normalmente pequeños y aislados, siendo la parroquia el denominador común entre las aldeas muy dispersas de una localidad. El terreno favorece la cría de animales en detrimento del cultivo, y la primera es la principal actividad agrícola; no obstante, la población agrícola es numerosa y está bastante dispersa, lo que da lugar a la subdivisión del campo en pequeñas propiedades, o minifundios. Las familias suelen ser propietarias y cultivadoras de los minifundios, y la incapacidad de esas explotaciones para mantener una población creciente ha provocado una emigración de Galicia superior a la media desde el siglo XVIII. La emigración al extranjero fue especialmente elevada entre 1920 y 1935. Desde la Segunda Guerra Mundial, la emigración no sólo se ha dirigido a los países industrializados de Europa, sino también a las provincias españolas de Madrid, Vizcaya y Barcelona. La emigración ha sido especialmente alta entre los hombres, lo que ha provocado graves desequilibrios demográficos y económicos, entre ellos el envejecimiento de la población y el descenso de la productividad económica.
En los minifundios predomina la agricultura de subsistencia, con la patata y el maíz entre los principales cultivos y el ganado vacuno entre los primeros. El subempleo afecta al sector agrícola, y un gran número de trabajadores emigrantes abandonan periódicamente Galicia en busca de trabajo estacional en otros lugares de España. En los montes se producen considerables cantidades de madera (pino), y los aserraderos están muy extendidos. El puerto de Vigo es uno de los principales puertos pesqueros de España.
El sector manufacturero de Galicia está bien desarrollado. El procesamiento de pescado y la construcción naval son de particular importancia; Ferrol y Vigo tienen importantes obras de construcción naval. La industria textil, la de la automoción y la de la alimentación son también importantes desde el punto de vista económico. La fabricación de componentes de turbinas es importante para la construcción de aerogeneradores; Galicia cuenta con decenas de parques eólicos repartidos por sus provincias que generan alrededor de un tercio de la producción energética total de España. Los yacimientos de lignito se utilizan para producir energía termoeléctrica. La instalación de una refinería de petróleo en A Coruña ha estimulado el desarrollo industrial en esa provincia. Los servicios representan algo menos de una décima parte de la economía; el turismo aumentó a principios del siglo XXI.
La cultura y la lengua de Galicia se desarrollaron en relativo aislamiento, mostrando mayor afinidad con la cultura y la lengua portuguesa que con la cultura y la lengua de España hasta la separación definitiva de ambos países en 1668. El uso literario del gallego alcanzó su punto álgido en los siglos XIII y XIV, cuando su métrica, inspirada en la provenzal, mostró mayor refinamiento y versatilidad que la entonces relativamente poco desarrollada métrica castellana. Otros periodos literarios destacables son el Rexurdimento («Resurgimiento» o «Renacimiento») de finales del siglo XIX, así como los años 20 y 30. Rosalía de Castro (1837-85) fue una figura destacada del Rexurdimento. Su obra Cantares gallegos (1863) fue la primera gran obra escrita en gallego en siglos. Representó el renacimiento del gallego como lengua literaria e inspiró una creciente conciencia regional. En los años anteriores a la llegada de Franco al poder, un grupo de escritores gallegos nacidos en la década de 1880 formó el núcleo del movimiento cultural gallego. Conocidos como la Xeración Nós, estos escritores promovieron sus objetivos en la revista literaria y artística Nós (1920; «Nosotros»), dedicada a consolidar la cultura gallega.
Otras figuras culturales gallegas preeminentes del siglo XX fueron Ramón Menéndez Pidal (1869-1968), un erudito cuyas obras se centraron en la filología y la cultura españolas; Ramón Otero Pedrayo (1888-1976), que publicó mucho sobre la cultura gallega y escribió casi exclusivamente en gallego; el escritor Camilo José Cela (1916-2002), Premio Nobel de Literatura; el pintor Luis Seoane (1910-79), que promovió la cultura gallega durante su exilio en Argentina; y Urbano Lugrís (1902-73), pintor surrealista que utilizó el mar como elemento constante en su obra.
Desde finales del siglo XX se ha producido un crecimiento paulatino y continuado en la publicación de textos en gallego, así como en la producción de películas en gallego. Algunos periódicos en español tienen secciones en lengua gallega, y existen emisoras de radio y televisión gallegas.