Los manuales de supervivencia desaconsejan sistemáticamente beber agua de mar. Un resumen de 163 viajes en balsas salvavidas estimó el riesgo de muerte en un 39% para los que bebieron agua de mar, frente al 3% de los que no lo hicieron. El efecto de la ingesta de agua de mar en ratas confirmó los efectos negativos de beber agua de mar cuando se está deshidratado. (A diferencia de los seres humanos, las aves pelágicas y otros animales marinos pueden (y deben) beber agua de mar sin efectos nocivos.)
Experiencias históricasEditar
Algunos historiadores han sugerido que las misteriosas enfermedades que aquejaron a los primeros colonos ingleses en Jamestown, Virginia (1607-1610) -que casi extinguieron el asentamiento- reflejan el envenenamiento por agua de mar. Los colonos llegaron en primavera, cuando el agua del río James era relativamente dulce, pero en verano una sequía de magnitud histórica la había vuelto mucho más salobre. El geógrafo histórico Carville Earle, entre otros, sostiene este punto de vista.
La tentación de beber agua de mar era mayor para los marineros que habían agotado su suministro de agua dulce y no podían captar suficiente agua de lluvia para beber. Esta frustración fue descrita de forma célebre por un verso del poema épico de Samuel Taylor Coleridge The Rime of the Ancient Mariner (1798):
«Agua, agua, por todas partes,
Y todas las tablas se encogían;
Agua, agua, por todas partes,
Ni una gota para beber».
Aunque los seres humanos no pueden sobrevivir sólo con agua de mar -y, de hecho, enfermarán rápidamente si lo intentan- algunas personas han afirmado que hasta dos tazas al día, mezcladas con agua dulce en una proporción de 2:3, no producen ningún efecto negativo. En el siglo XVIII, el médico británico Richard Russell (1687-1759) defendió esta práctica como parte de la terapia médica en su país. En el siglo XX, René Quinton (1866-1925), en Francia, también avalaría la práctica. Actualmente, la práctica está muy extendida en Nicaragua y otros países, supuestamente aprovechando los últimos descubrimientos médicos. En su libro de 1948, Kon-Tiki, Thor Heyerdahl informó de que había bebido agua de mar mezclada con agua dulce en una proporción de 2:3 durante la expedición de 1947. El médico francés Alain Bombard (1924-2005) sobrevivió a una travesía oceánica (1952-53) en un pequeño bote de goma Zodiac utilizando principalmente carne de pescado cruda, que contiene alrededor de un 40% de agua (como la mayoría de los tejidos vivos), así como pequeñas cantidades de agua de mar y otras provisiones recogidas en el océano. Sus hallazgos fueron cuestionados, pero no se dio una explicación alternativa. Unos años más tarde, un marinero y aventurero estadounidense, William Willis (1893-1968), afirmó haber bebido dos tazas de agua de mar y una taza de agua dulce al día durante 70 días sin sufrir ningún efecto negativo cuando perdió parte de su suministro de agua.