¿A quién no le gusta el queso rallado? Es fácil y cómodo a muchos niveles: no es necesario rallar el queso rallado, viene en bolsas premedidas y juntar diferentes quesos para crear una pizza o una cobertura para la ensalada no significa guardar varios bloques de queso medio rallado en la nevera. Pero, ¿y si te dijéramos que comprar queso rallado significa que también estamos consumiendo algo que no pretendíamos?
Un vistazo al etiquetado de algunos quesos rallados descubrirá tres ingredientes que son de lo más poco parecido al queso: almidón de patata, natamicina y celulosa en polvo. La fécula de patata es más o menos lo que se anuncia; normalmente se utiliza comercialmente como espesante, y ayuda a evitar que las tiras de queso se aglutinen (vía KCET). Junto a la fécula de patata está la natamicina, que es un inhibidor del moho, por lo que mantiene fresco el queso rallado. Este ingrediente antifúngico es producido naturalmente por una bacteria del suelo. Como dice Slate, puede que te asquee la idea de comer el subproducto de un bicho de la tierra, pero es natural, y es poco probable que cause efectos secundarios o daños graves, porque el cuerpo lo absorbe poco. No obstante, Whole Foods ha incluido la natamicina en su lista de ingredientes alimentarios inaceptables.