La lengüeta de las latas de refresco es más de lo que parece.
En su estado de reposo, la lengüeta es lo que los ingenieros llaman una palanca de «segunda clase»: La fuerza que aplicas solo se mueve en un sentido, como una carretilla.
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Cuando levantas las asas, la mayor parte de la fuerza recae en la rueda, en este caso también conocida como el fulcro. Esto hace que la carga del centro sea más fácil de mover.
Como explica Bill Hammack, EngineerGuy de YouTube e ingeniero de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign, en un vídeo reciente, al tirar de la lengüeta de una lata de refresco se ejerce fuerza sobre el remache, que en este caso es la carga que se quiere mover.
Esto te permite ventilar la lata presurizada.
Pero algo notable sucede en el momento en que ventilas la lata: La lengüeta se convierte en una palanca de primera clase, en la que la fuerza que aplicas cambia de dirección alrededor del punto de apoyo, como un balancín.
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«Parte de la razón por la que este ingenioso diseño funciona», explica Hammack en el vídeo, «es porque la presión dentro de la lata ayuda a forzar el remache hacia arriba, lo que a su vez deprime el borde exterior de la parte superior, hasta que ventila la lata y entonces la lengüeta cambia a una palanca de balancín».
En otras palabras, la palanca de carretilla te permite ejercer una gran fuerza con relativamente poco esfuerzo. En este caso, te permite crear un respiradero desde el remache. El chasquido que se oye es la presión que se iguala rápidamente. A partir de ahí, una simple palanca de balancín rompe el propio sello.
Mirando el proceso desde dentro, puedes ver más claramente cuando la lata se ventila.
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Esta parte es integral para el proceso, dice Hammack, porque si se intentara abrir la lata simplemente presionando el sello sin ventilar la lata primero, se necesitaría hacer la pestaña enorme para luchar contra la presión dentro de la lata. Eso lo haría extremadamente caro, además de tener una forma extraña e ineficiente.
El diseño actual demuestra que las máquinas no tienen que ser complicadas para ser inteligentes. Lo cual es una buena noticia, teniendo en cuenta que las lengüetas de antaño eran tan tontas como poco prácticas.
Los viejos bebedores de refrescos y cerveza recordarán las lengüetas extraíbles que tirabas al suelo o dejabas caer en la propia lata, esperando que no te cortara el labio cuando ibas a dar un sorbo. Afortunadamente, la lengüeta se rediseñó por completo en la década de 1980.
Treinta años después, el diseño podría ser la forma perfecta de abrir una Fresca.