La selección natural puede tardar millones de años en dar forma a un acervo genético, pero en algunas partes de África, las presiones extremas de la caza furtiva pueden haber cambiado a los elefantes en sólo unas décadas. Como informa National Geographic, han surgido más elefantes sin colmillos en regiones donde su marfil los ha convertido en un objetivo.
La caza furtiva de elefantes lleva mucho tiempo siendo un problema en África, pero la crisis alcanzó un punto álgido durante los 15 años de guerra civil en Mozambique. Entre 1977 y 1992, el 90 por ciento de los elefantes que vivían en el Parque Nacional de Gorongosa del país fueron sacrificados para obtener el marfil que se utilizaba para financiar el conflicto.
La disminución del número no es lo único que parece diferente en los elefantes de Gorongosa hoy en día. Los cazadores furtivos suelen matar primero a los elefantes machos porque tienen colmillos más grandes, y una vez eliminados, los cazadores van a por las hembras. Normalmente, entre el 2 y el 4 por ciento de las hembras de elefante africano nunca desarrollan colmillos, pero entre las hembras que sobrevivieron a la guerra civil de Mozambique, esa cifra es del 51 por ciento. Los efectos de la caza furtiva también pueden observarse en la siguiente generación. Aproximadamente el 32% de las hembras de elefante nacidas después de 1992 carecen de colmillos.
La tendencia puede observarse en otras partes de África donde la caza furtiva ha devastado las poblaciones de elefantes. En el Parque Nacional de Ruaha, en Tanzania, la investigadora del comportamiento de los elefantes Josephine Smit ha observado que más de una quinta parte de las hembras mayores de 5 años carecen de colmillos. Las tasas de falta de colmillos alcanzan alrededor del 35% en las hembras mayores de 25 años.
Las estadísticas son aún más difíciles de ignorar en el Parque Nacional de Elefantes de Addo, en Sudáfrica, donde los animales sin colmillos constituían el 98% de todas las hembras de elefante a principios de la década de 2000. El Parque Nacional de South Luangwa, en Zambia, el Área de Gestión de la Caza de Lupande, en Zambia, y el Parque Nacional de la Reina Isabel, en Uganda, registraron tasas de animales sin colmillos superiores a la media inmediatamente después de las guerras por el marfil de las décadas de 1970 y 1980.
Aunque la caza furtiva está disminuyendo gracias a las prohibiciones del comercio de marfil y a otros esfuerzos de conservación en África, su impacto todavía se puede sentir. En África oriental, la población de elefantes se redujo casi a la mitad entre 2008 y 2018. El establecimiento de reservas de vida silvestre, el rastreo de ADN y el seguimiento por GPS son solo algunas de las formas en que los conservacionistas están trabajando para acabar con los cazadores furtivos y restaurar la especie.