Mapeando el cuerpo: el colon sigmoide

Suelen ser los pacientes, y no los médicos, los que se asustan al ver cómo se desenvuelve un instrumento médico. Pero la sonda de flatos, utilizada para tratar una afección del colon sigmoide, es un instrumento que no gusta a ningún cirujano.

El sigmoide es un tramo de intestino grueso en forma de S, de unos 40 cm de longitud, que llega hasta el recto. Su función principal es almacenar las heces hasta que estén listas para entrar en el recto y ser expulsadas por el ano, y es el lugar donde se producen diversos problemas.

Aquí pueden aparecer enfermedades intestinales inflamatorias como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. La diverticulitis, en la que se forman pequeñas bolsas intestinales que se inflaman, es más común en el sigmoide que en cualquier otra parte del intestino. Los pequeños crecimientos llamados pólipos, así como los cánceres, también favorecen este sitio.

Lo bueno de investigar la enfermedad del sigmoide es que esta parte del colon no está lejos del mundo exterior. Es fácil pasar un sigmoidoscopio rígido por el ano y obtener una visión decente. Para obtener una visión más detallada, los pacientes son sedados para poder introducir un sigmoidoscopio flexible, a través del cual se pueden tomar biopsias. Si es necesario, es posible extirpar toda la parte del colon en una sigmoidectomía. Por lo general, el colon restante se puede unir al recto.

Pero hay otra condición que hace que los médicos noveles tiemblen en sus botas quirúrgicas. El vólvulo se produce cuando una parte del intestino se retuerce sobre el tejido que lo une a la pared abdominal, formando una obstrucción y es más frecuente en este caso. Los pacientes suelen tener más de 50 años y padecer estreñimiento crónico. En A&E, describen dolores abdominales y no haber expulsado heces o gases durante días. Unas simples radiografías pueden mostrar un colon sigmoide tan distendido que se extiende hasta el esternón.

Aunque el tratamiento definitivo suele pasar por la cirugía, es tarea del médico de planta resolver la situación aguda con la ayuda de la temida sonda de flatos. El paciente se tumba de lado y se le introduce suavemente un sigmoidoscopio en el conducto posterior. A continuación, el subalterno tiene que introducir lentamente la sonda de flatos hueca a través del sigmoidoscopio y en el asa obstruida. La clave es asegurarse de que el otro extremo se dirige sobre un cubo y no sobre los propios zapatos. La sensación de enorme alivio del paciente cuando el líquido, el flato y las heces son expulsados al cubo es inversamente proporcional a la incomodidad del médico.

– Gabriel Weston es cirujano y autor de Rojo directo: A Surgeon’s Story

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