Una mujer de 21 años acudió a la consulta, asustada por una dolorosa erupción purpúrica en las extremidades inferiores (FIGURAS 1 Y 2). Las lesiones aparecieron repentinamente 3 días antes, sin episodios similares anteriores.
El dolor, y una cierta hinchazón que se producía cuando se ponía de pie, la habían llevado finalmente a tomarse un tiempo libre de su trabajo y a buscar consejo médico. A principios de esa semana se le diagnosticó un caso de faringitis; debido a sus múltiples alergias a los medicamentos, se le recetó un tratamiento de clindamicina. No había experimentado náuseas ni vómitos, ni fiebre, ni calambres abdominales, ni hematuria macroscópica.
Al examinarla, la paciente se mostraba amable y de buen humor, aunque estaba preocupada por su erupción y visiblemente incómoda. Caminaba con la ayuda de un bastón prestado, pero sus lesiones ya no eran sensibles a la palpación.
La erupción consistía principalmente en pápulas purpúricas limitadas casi por completo a las piernas, aunque también había algunas lesiones aisladas en la espalda. Las pápulas se concentraban alrededor de las extremidades inferiores distales, con una clara línea de lesiones que rodeaba las pantorrillas bilateralmente, donde los calcetines hasta la rodilla habían ejercido presión durante los últimos 2 días (FIGURA 3) Se observó un leve edema, pero el resto de su examen físico era normal. Por punción, la paciente tenía sangre en la orina pero no proteínas.
FIGURA 1
Púrpura en la parte inferior de la pierna
La paciente tenía púrpura palpable en las extremidades inferiores.
FIGURA 2
Cerca
Cerca de la púrpura palpable, con aspecto de lesión en diana (la flecha señala el centro de la diana).
FIGURA 3
Las líneas visibles de los calcetines
¿Cuál es el diagnóstico?
¿Cuál es el tratamiento para esta condición?