«¿Quién diablos soy yo?». se pregunta Alicia en Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll. «Ah, ése es el gran enigma». Sin embargo, fuera de las páginas de la fantástica novela de 1865, la identidad de la Alicia de la vida real es mucho menos misteriosa.
Si bien es cierto que una niña nunca se precipitó por la madriguera de un conejo a una tierra caprichosa de personajes excéntricos como un Sombrerero Loco que organiza fiestas de té, un Conejo Blanco que llega siempre tarde o un Gato de Cheshire que sonríe con picardía, una niña de 10 años de pelo oscuro llamada Alice Liddell sí inspiró el icónico cuento. De hecho, Carroll (cuyo nombre real era Charles Lutwidge Dodgson) se refirió en una ocasión a Liddell como alguien «sin cuyo patrocinio infantil posiblemente nunca hubiera escrito nada».
Carroll conoció a Alicia cuando fue contratado para fotografiar a la familia Liddell
Nacida el 4 de mayo de 1852 en Westminster, Inglaterra, Liddell era la cuarta de los 10 hijos de Henry y Lorina Liddell. Su padre, el decano de Christ Church, conoció a Carroll en el colegio donde el autor trabajaba como tutor de matemáticas. Como Carroll anotó en su diario, fue el 25 de abril de 1856 cuando conoció a la joven Alice.
Avido fotógrafo, Carroll fue invitado por Henry Liddell a tomar fotos de su familia (de Alice en particular) y formó un estrecho vínculo con la familia. El 4 de julio de 1862, Carroll y un amigo llevaron a una Alice que entonces tenía 10 años, así como a sus hermanas Lorina y Edith, en un viaje en barco desde Oxford a la cercana ciudad de Godstow para tomar el té en la orilla del río. Fue ese día cuando nació el ahora famoso cuento.
Durante la excursión, Carroll entretuvo a las niñas inventando una historia fantástica sobre una joven llamada Alicia. La Alicia de la vida real quedó tan enamorada del cuento, que le rogó que escribiera la historia para poder leerla una y otra vez.