El «sistema de fábricas» ha sido un elemento importante en los procesos acelerados de industrialización conocidos como la revolución industrial. A medida que las empresas industriales británicas se expandían en el siglo XVIII, se hizo importante desarrollar una forma de producción más organizada que el método tradicional de emplear a los trabajadores en pequeños talleres o en sus propios hogares, como en el «sistema doméstico». La solución fue la construcción de grandes establecimientos manufactureros, en los que se podía controlar estrechamente la mano de obra y mantener unas condiciones estrictas de control del tiempo. De este modo, los empresarios podían minimizar la pérdida de materias primas por robo, e instalar potentes motores primarios (ruedas de agua o motores de vapor) para impulsar sus máquinas.
Desde el punto de vista de los empresarios, este sistema fabril tenía ventajas tan manifiestas que fue ampliamente adoptado, especialmente en las industrias textiles, donde la fábrica de seda de Lombe en Derby era una maravilla de la época. De hecho, el sistema de fábrica se convirtió en la forma dominante de organización industrial a lo largo del siglo XIX, y siguió siendo importante en el siglo XX. Sin embargo, la introducción de la electricidad y el transporte por carretera ha hecho posible una importante dispersión de la industria, y la «revolución de la información» de la electrónica moderna ha permitido que un número cada vez mayor de personas trabajen en casa.
Arquitectónicamente, el sistema fabril se desarrolló a través de varias fases. Las primeras fábricas se construyeron sólidamente para albergar las máquinas y las fuentes de energía necesarias. Muchas fábricas se convirtieron en estructuras bien construidas con adornos como chimeneas ornamentadas. Los empresarios idealistas, como Robert Owen o Titus Salt, proporcionaron buenas viviendas y servicios públicos a sus trabajadores. Los «polígonos industriales» modernos suelen estar compuestos por una serie de cajas temporales de escasa distinción arquitectónica.