Todos hemos sido culpables de ello: tragar con suficiencia un bocado de verduras antes de regurgitar tópicos como: «Los abdominales se hacen en la cocina», o el igualmente erróneo: «Es el 90% de la dieta». Pero sin reiniciar tu entrenamiento y tu dieta en armonía, nunca inclinarás la balanza a tu favor.
Los investigadores del Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson de Seattle lo confirmaron cuando realizaron ensayos aleatorios con participantes con sobrepeso. Una dieta limpia por sí sola no era ni de lejos tan eficaz para la pérdida de grasa como la combinación de una buena nutrición con el ejercicio regular. De hecho, al cabo de cinco años, hasta el 95% de las personas que hacen dieta volverán, en el mejor de los casos, al punto de partida, y el 41% habrá recuperado más peso del que perdió.
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Es el ejercicio lo que hace que un plan se mantenga. Además de ser beneficioso de forma aislada, se ha demostrado que el entrenamiento juega un papel clave en la adherencia a la dieta. La mayoría de nosotros subestima la fortaleza mental necesaria para resistir los antojos, pero las investigaciones demuestran que incluso pequeñas cantidades de actividad física refuerzan la fuerza de voluntad. Ir al gimnasio no sólo sirve para quemar calorías, sino también para resistir la tentación de los Arcos Dorados. No se puede decir lo mismo de un batido de col rizada.
Si estás entrenando duro, también tienes la oportunidad de romper con la austeridad nutricional con un cheat day. Si confías exclusivamente en la comida para la transformación, no hay lugar para los deslices: no puedes quemar las calorías extra sin hacer ejercicio. Los entrenamientos son los que convierten cualquier reinicio en un estilo de vida sostenible, en lugar de una negación dietética de corta duración. Para que tus propósitos se cumplan, ponte las zapatillas.
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