Las siguientes estrategias están diseñadas para ayudarte a pensar en cómo puedes planificar y utilizar el tacto y la diplomacia de forma eficaz:
Cuando estés planificando una conversación potencialmente difícil, deberías centrarte primero en saber lo que quieres conseguir: ¿cuál es el resultado que prefieres?
Escríbelo y piensa en tus razones. Intenta alejarte de tus opiniones personales y piensa en los hechos que rodean la situación.
Ve nuestra página Comunicarse en situaciones difíciles para saber más.
Considere y escriba cuáles podrían ser las objeciones de los demás.
Piense cuidadosamente sus respuestas a sus preocupaciones; demuestre que ha considerado sus opiniones o argumentos.
No entre en las negociaciones de forma airada o estresada.
Intente mantener la calma y la mente abierta. Averigüe los hechos, así como lo que es y lo que no es posible antes de reaccionar.
Cuando se comunique, escuche lo que la otra persona (o personas) tiene que decir.
Esté atento a la comunicación no verbal, como el lenguaje corporal, y a su tono de voz para ayudarle a entender su mensaje. Retenga sus propias opiniones e ideas hasta que haya tenido la oportunidad de entender el punto de vista de la otra persona y, a continuación, planifique sus respuestas cuidadosamente para que se ajusten a la información que está recibiendo.
Vea nuestras páginas Escucha activa y Barreras para una escucha eficaz para obtener más información sobre las habilidades esenciales para escuchar.
Negocie.
Si lo que busca entra en conflicto con las ideas de la otra persona, es posible que tenga que discutir cómo se pueden hacer sacrificios para proporcionar un mejor resultado para ambos a largo plazo. El sacrificio mutuo suele ser más favorable que el sacrificio unilateral. Trate de llegar a un compromiso que resulte en una situación en la que todos salgan ganando.
Consulte nuestras páginas sobre Negociación para obtener más información.
Refuerce su argumento ofreciendo escalas de tiempo en las que prevea el beneficio de sus propuestas.
Sea preciso al dar cifras y fechas. Privilegia la lógica y los hechos sobre la opinión personal. Tenga algo escrito o dibujado de antemano, si le ayuda.
Si es posible, convierta las afirmaciones en preguntas. En lugar de expresar directamente tu opinión, convierte tu afirmación en una pregunta para que la otra persona reflexione.
Esto no sólo lleva a alguien a pensar en la misma línea que tú, sino que también deja espacio para la discusión de lo que os interesa y lo que puede beneficiar potencialmente a ambas partes. Esto es especialmente útil si no se está del todo seguro de lo que se puede conseguir o de lo que se necesita exactamente para superar un problema. Esta estrategia suele permitir una mayor exploración de las opciones, un enfoque más abierto que el de limitarse a exponer su opinión.
Vea nuestras páginas Cuestiones y Tipos de preguntas para obtener más información sobre las técnicas de interrogación eficaces.
Si la conversación se acalora, intente darse espacio para responder de forma que ayude en lugar de inflamar la situación.
Si puedes, sorpréndete en el momento en que tu reacción visceral quiera tomar el control: respira y date tiempo. Dígale a la otra persona que necesita pensar en lo que acaba de decir, en lugar de sentirse obligado a responder inmediatamente.
Toma el control de una situación en lugar de descontrolarte y arriesgarte a decir o hacer algo de lo que luego te puedas arrepentir. Tomar el control de las situaciones sociales de forma que ambas partes se sientan cómodas con el resultado es una parte importante de mostrar tacto y diplomacia.
¡Mantenga la vista en el premio!
Mantenga en mente el resultado que prefiere, intente no distraerse, salirse por la tangente o empantanarse en detalles irrelevantes. Recuerde que debe ser asertivo: tener tacto y diplomacia no significa ceder a la presión o renunciar a lo que quiere.
Vea nuestras páginas sobre asertividad para obtener más información.