Teleología, (del griego telos, «fin», y logos, «razón»), explicación por referencia a algún propósito, fin, meta o función. Tradicionalmente, también se describía como causalidad final, en contraste con la explicación únicamente en términos de causas eficientes (el origen de un cambio o un estado de reposo en algo). La conducta humana, en la medida en que es racional, se explica generalmente con referencia a los fines o metas que se persiguen o se supone que se persiguen, y los seres humanos han entendido a menudo el comportamiento de otras cosas en la naturaleza sobre la base de esa analogía, ya sea como si persiguieran ellos mismos fines o metas o como si estuvieran diseñados para cumplir un propósito concebido por una mente que trasciende la naturaleza. La explicación más famosa de la teleología fue la que dio Aristóteles cuando declaró que una explicación completa de cualquier cosa debe considerar su causa final así como sus causas eficientes, materiales y formales (las dos últimas son la materia de la que está hecha una cosa y la forma o patrón de una cosa, respectivamente).
Con el auge de la ciencia moderna en los siglos XVI y XVII, el interés se dirigió a las explicaciones mecanicistas de los fenómenos naturales, que apelan sólo a las causas eficientes; si se utilizaron explicaciones teleológicas, éstas tomaron la forma no de decir (como en la teleología aristotélica) que las cosas se desarrollan hacia la realización de fines internos a su propia naturaleza, sino de considerar los organismos biológicos y sus partes como máquinas complejas en las que cada parte más pequeña está minuciosamente adaptada a las demás y cada una realiza una función específica que contribuye (e.g., en el caso del ojo) a la función o finalidad del conjunto (por ejemplo, la de ver). Para el apologista protestante del siglo XVIII William Paley y sus seguidores, la naturaleza maquinal de los organismos biológicos sólo podía explicarse planteando un diseñador divino de toda la vida. La teleología de Paley se convirtió así en la base de la versión moderna del argumento teleológico de la existencia de Dios, también llamado argumento del diseño.