Un derviche practica múltiples rituales, el principal de los cuales es el dhikr, un recuerdo de Alá. El dhikr implica la recitación de la oración islámica devocional. Este dhikr se combina con esfuerzos físicos de movimiento, concretamente con danzas y giros, para alcanzar un estado que los forasteros consideran de «trance extático». Como explican los sufíes:
En el simbolismo del ritual de Sema, el sombrero de pelo de camello (sikke) del semazen representa la lápida del ego; su amplia falda blanca (tennure) representa la mortaja del ego. Al quitarse el manto negro (hırka), renace espiritualmente a la verdad. Al principio de la Sema, al sostener sus brazos en cruz, el semazen parece representar el número uno, dando así testimonio de la unidad de dios. Mientras gira, sus brazos están abiertos: su brazo derecho está dirigido al cielo, listo para recibir la beneficencia de dios; su mano izquierda, en la que están fijados sus ojos, está vuelta hacia la tierra. El semazen transmite el don espiritual de dios a los que presencian la Sema. Girando de derecha a izquierda alrededor del corazón, el semazen abraza a toda la humanidad con amor. El ser humano ha sido creado con amor para amar. Mevlâna Jalâluddîn Rumi dice: «Todos los amores son un puente hacia el amor divino. Sin embargo, ¡quienes no lo han probado no lo saben!»
En la orden Mevlevi, la práctica del dhikr se lleva a cabo con una vestimenta tradicional: un tennure, un vestido blanco sin mangas, el destegul, una chaqueta de manga larga, un cinturón y un abrigo negro o khirqa que se quita antes de comenzar el torbellino. Al comenzar la danza ritual, el derviche se pone un gorro de fieltro, un sikke, además de un turbante que envuelve la cabeza, marca de la orden mevlevi. El jeque dirige el ritual con normas estrictas. Para empezar,
El jeque se sitúa en la esquina más honrada del lugar de la danza, y los derviches pasan por delante de él tres veces, cada vez intercambiando saludos, hasta que comienza el movimiento de rotación. La rotación propiamente dicha se realiza sobre el pie izquierdo, siendo el centro de la rotación la bola del pie izquierdo y permaneciendo toda la superficie del pie en contacto con el suelo. El impulso para la rotación lo proporciona el pie derecho, en un paso completo de 360 grados. Si un derviche se embriaga demasiado, otro sufí, encargado de la ejecución ordenada, le tocará suavemente la bata para frenar su movimiento.La danza de los derviches es uno de los rasgos más impresionantes de la vida mística en el Islam, y la música que la acompaña es de una belleza exquisita, empezando por el gran himno en honor del Profeta (na’t-i sharif, escrito por el propio Jalaluddin) y terminando con canciones cortas y entusiastas, algunas de ellas cantadas en turco.
El mundo occidental, habiendo sido testigo del torbellino sufí a través del turismo, ha descrito las diversas formas de dhikr como «ladridos, aullidos, bailes, etc.» La práctica de cada tariqa es única para su orden individual, las tradiciones y costumbres específicas pueden diferir entre países. La misma tariqa en un país no reflejará la de otro país, ya que el ritual de cada orden hace hincapié en la «vida religiosa emocional» de diversas formas. La orden Mevleviyah, al igual que muchas otras, practica el dhikr realizando una meditación en espiral. Acompañando a las prácticas de dhikr del torbellino y la oración, la costumbre del sama sirve para fomentar el «alimento del alma» a través de la «audición» devocional de los «sonidos ‘sutiles’ del mundo oculto o del cosmos». En contraste con el uso del sama, el torbellino y la oración devocional en la práctica del dhikr, las órdenes de la tariqa realizan torbellinos sufíes además de tocar instrumentos musicales, consumir brasas incandescentes, escorpiones vivos y vidrio, perforar partes del cuerpo con agujas y pinchos, o practicar la clarividencia y la levitación. La práctica de los derviches puede ser llevada a cabo por residentes de la comunidad o por miembros laicos, los miembros han sido normalmente los de las clases más bajas. Dentro de la fe islámica, a diferencia de la ley de Oriente Medio, las mujeres tienen el mismo estatus que los hombres, lo que les permite participar en el dhikr como derviches ellas mismas. Las mujeres son recibidas en una orden de tariqa por un jeque masculino, pero tradicionalmente se les ordena practicar el dhikr solas o con una rama femenina establecida dentro de una orden específica. El torbellino sufí, un culto al dhikr, se convirtió en una práctica neutral en cuanto a género y clase social en toda la región islámica central.
La costumbre de la sama entre las órdenes sufíes tiene una historia de controversia dentro de la fe islámica. Según una de las opiniones, se considera que el uso del término sama sugiere «escuchar» físicamente en un contexto espiritual. Una opinión diferente sostiene que sama es, de hecho, «oír», ya que «oír» puede referirse a cualquier sonido, además de los sonidos «sutiles» del reino espiritual. Los partidarios de sama afirman además que el término es en realidad sinónimo de «comprensión» y, por tanto, de reconocimiento y aplicación de la Revelación, así como del acto de «alcanzar un conocimiento superior.» La difusión de la sama entre las órdenes sufíes comenzó a mediados del siglo III/IX d.C. en Bagdad, y acabó encontrando aceptación y favor en el Islam persa, turco e indio. La costumbre de la sama evolucionó en la práctica con el paso del tiempo, ya que complementaba el dhkir sufí, el torbellino y, entre algunas órdenes, la danza y la comida. Se adoptaron reglas de decoro y condiciones ante la preocupación generalizada por la necesidad del sama con el dhikr; para distinguir entre el entretenimiento y la valiosa práctica espiritual, el sama se distinguía como escuchado desde el ego, el corazón o el espíritu. A pesar de la aplicación de las normas, algunos jeques siguieron limitando o desaprobando la práctica del sama. Aunque la controversia cuestionó continuamente el lugar del sama en las órdenes sufíes, la música en sí no se vio afectada. Más recientemente, la costumbre del sama se realiza más comúnmente dentro de una ceremonia de dhikr. Los partidarios del sama siguen argumentando que «según eso, no son el sama y la danza los que inducen al éxtasis, sino el éxtasis el que suscita la danza, o más aún, que el sama no es más que un instrumento revelador y que sólo suministra lo que le aporta el oyente».
En 2005, la UNESCO proclamó la «Ceremonia Mevlevi Sema» de Turquía como una de las Obras Maestras del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad.