En 1983 el Ministerio de Salud de Brasil lanzó el Programa de Atención Integral a la Salud de la Mujer siguiendo una tendencia mundial de adoptar enfoques multidisciplinarios que consideren la complejidad de la salud de la mujer.1 Aunque la menopausia puede tener el mayor impacto en la salud de la mujer entre todas las etapas de la vida, la investigación sobre este tema es limitada.2 Debido al envejecimiento de la población general, tanto la proporción de mujeres menopáusicas como la población total de mujeres menopáusicas han aumentado.2 En promedio, las mujeres de los países desarrollados pasan un tercio de su vida en la menopausia; por lo tanto, la fisiología de la menopausia se ha convertido en un asunto de salud pública. En una encuesta realizada a 87 mujeres que acudían a una clínica especializada en menopausia, más del 64% declararon haber tenido problemas cutáneos con anterioridad.3 A pesar de la alta frecuencia de signos y síntomas dermatológicos asociados a la menopausia, se han realizado pocos estudios sobre el tema.3,4 En este artículo, se revisan algunos de los trastornos cutáneos comunes que se producen durante la menopausia y se evalúan posibles enfoques terapéuticos y preventivos para el cuidado de la piel.
Etapas de la menopausia
Durante la perimenopausia, se producen ciclos menstruales irregulares y una serie de manifestaciones clínicas5 que pueden preceder a la menopausia entre 2 y 8 años.6 El término transición menopáusica es utilizado por la Organización Mundial de la Salud para describir la fase de la perimenopausia anterior al final de los períodos menstruales.7 La Organización Mundial de la Salud también sugiere que el término climaterio sea sustituido por el de perimenopausia en el período que va desde justo antes del inicio de la menopausia hasta un año después de la misma. El climaterio es el período de transición entre los últimos años de la etapa reproductiva y la vida posreproductiva, que comienza con la desaparición gradual de la función ovárica.8
La menopausia es el cese de los períodos menstruales debido a la pérdida de la función ovárica y es un proceso fisiológico normal en las mujeres cuando se produce después de la quinta década de vida. La edad media de la menopausia es de 51 años, y el criterio clínico utilizado para establecer el diagnóstico es la ausencia completa de períodos menstruales durante 12 meses.6
A lo largo de la vida de una mujer, el número total de folículos ováricos primordiales disminuye y la mayoría se vuelve refractaria a las acciones de las gonadotropinas hipofisarias. Como resultado, el nivel circulante de estradiol disminuye progresivamente y la producción de progesterona por parte del cuerpo lúteo se vuelve irregular y posteriormente cesa.8 Como consecuencia, se produce un aumento de la producción de la hormona foliculoestimulante y de la hormona luteinizante. Por el contrario, los cambios en los andrógenos circulantes son más complejos y controvertidos.9 Se ha documentado que la producción de testosterona es menor en las pacientes posmenopáusicas y que la globulina fijadora de hormonas sexuales disminuye y el índice de andrógenos libres aumenta.El sulfato de dehidroepiandrosterona disminuye linealmente en función de la edad, pero carece de una relación evidente con la función ovárica.10
La importancia de las hormonas en la piel
La insuficiencia ovárica y los cambios hormonales resultantes durante la menopausia afectan a casi todos los aspectos de la salud de la mujer y pueden presentarse con signos y síntomas en casi todos los sistemas corporales.5 Los síntomas se experimentan de forma diferente según la variabilidad étnica, educativa y sociocultural. Las mujeres asiáticas americanas informan de una baja frecuencia de síntomas físicos, psicológicos y psicosomáticos en comparación con las mujeres negras.11 Las mujeres brasileñas tienen una mayor prevalencia de síntomas vasomotores en comparación con las mujeres de otros países occidentales desarrollados.12 Además, los medicamentos utilizados durante la perimenopausia para prevenir y tratar la osteoporosis son capaces de inducir sofocos.13
Los estrógenos son esenciales para la hidratación de la piel porque aumentan la producción de glicosaminoglicanos, promueven una mayor producción de sebo, aumentan la retención de agua, mejoran la función de barrera del estrato córneo y optimizan la superficie de los corneocitos. En consecuencia, la preocupación por la sequedad de la piel es más frecuente entre las mujeres menopáusicas que no toman terapia hormonal sustitutiva (THS).2 La disminución de estrógenos reduce la polimerización de los glucosaminoglicanos, mientras que la elastina experimenta una degeneración y fragmentación granular, formando espacios quísticos. Además, se produce una reducción de la microvasculatura y un adelgazamiento de la epidermis.14,15
Albright et al16 observaron que la piel de las mujeres menopáusicas con osteoporosis mostraba una atrofia considerable, un hallazgo respaldado posteriormente por un estudio de Brincat et al.17 En las mujeres menopáusicas, la disminución de los estrógenos promueve una reducción del colágeno de tipo I y de tipo III y una reducción de la proporción entre el colágeno de tipo III y el de tipo I en comparación con las mujeres no menopáusicas.18 La piel sana está formada por colágeno de tipo I (80%, responsable de la resistencia) y colágeno de tipo III (15%, responsable de la elasticidad).2 Sin embargo, la disminución de los andrógenos es parcialmente responsable de la reducción de la secreción de sebo, la xerosis y el adelgazamiento o atrofia de la piel, acompañada de una reducción de los vasos sanguíneos, la oxigenación y la nutrición de la piel, así como del aumento de la pérdida de agua transepidérmica.19,20 En cuanto a los anexos de la piel, la disminución de los estrógenos provoca una reducción del vello axilar y púbico. La reducción de las fibras elásticas provoca una pérdida de firmeza y elasticidad. Además, con un predominio relativo de las hormonas androgénicas, el vello puede ser sustituido por un vello más grueso.21