Cambiar las grasas saturadas y los carbohidratos por ácido linoleico -la principal grasa poliinsaturada que se encuentra en el aceite vegetal, los frutos secos y las semillas- reduce el riesgo de enfermedad coronaria, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Harvard School of Public Health.
Hablamos con la autora principal, Maryam Farvid, científica visitante y becaria Takemi en el Departamento de Nutrición, sobre el estudio para saber más.
1. Su investigación demuestra que si reducimos la cantidad de grasas saturadas e hidratos de carbono que ingerimos y sustituimos esas calorías por alimentos ricos en ácido linoleico -como el aceite vegetal, los frutos secos y las semillas- podemos reducir el riesgo de desarrollar una enfermedad coronaria. ¿Qué tiene de especial el ácido linoleico? Y ¿deberían los consumidores centrarse en reducir las grasas saturadas y los carbohidratos por igual, o deberíamos reducir uno más que el otro?
Sustituir las grasas saturadas o los carbohidratos por aceites vegetales y ver beneficios significativos indica que la reducción de las grasas saturadas o los carbohidratos no es la única razón de los efectos beneficiosos del ácido linoleico. En cambio, el propio ácido linoleico desempeña un papel especial en el apoyo a la salud del corazón. Los ensayos clínicos aleatorios han demostrado que la sustitución de las grasas saturadas por el ácido linoleico reduce el colesterol total y el colesterol LDL. También hay algunas pruebas de que el ácido linoleico mejora la sensibilidad a la insulina y la presión arterial.
2. Últimamente se habla mucho de las grasas saludables y no saludables, con las grasas saturadas en debate en los medios de comunicación. ¿Qué pueden aprender los lectores de su investigación sobre las grasas poliinsaturadas frente a las saturadas?
Nuestros datos proporcionan un fuerte apoyo a que la sustitución de las grasas saturadas por aceites vegetales ricos en grasas poliinsaturadas es beneficiosa para la prevención de la enfermedad coronaria. El debate actual sobre el papel de las grasas saturadas pasa por alto un punto importante: el nutriente de sustitución. Si la grasa saturada se sustituye por carbohidratos (normalmente carbohidratos refinados), no habrá ningún beneficio sobre la enfermedad cardíaca. Esta es la razón por la que muchos estudios epidemiológicos no han observado una asociación significativa entre la grasa saturada y el riesgo de cardiopatía isquémica, ya que los hidratos de carbono se utilizaban normalmente como comparador. Sin embargo, si la grasa saturada se sustituye por grasa poliinsaturada, entonces hay un claro beneficio para la prevención de las enfermedades del corazón.
3. ¿Existe una determinada cantidad de ácido linoleico que los consumidores deben procurar ingerir cada día? ¿Cuáles son las mejores fuentes?
En consonancia con las directrices de la Asociación Americana del Corazón, nuestros datos siguen apoyando el consumo de un 5-10% de ingesta energética de ácido linoleico* para disminuir el riesgo de cardiopatía coronaria. El ácido linoleico es el ácido graso poliinsaturado (PUFA) n-6 predominante en la dieta occidental y podemos obtenerlo de aceites vegetales como el de girasol, cártamo, soja, maíz y canola, así como de frutos secos y semillas. Una cucharada de aceite de soja o de maíz contiene unos 7-8 g de ácido linoleico, y 7 nueces sin cáscara aportan unos 11 g de ácido linoleico. Hay que tener en cuenta que importantes fuentes de ácido linoleico como los aceites de soja y canola y las nueces también contienen cantidades sustanciales de ácido alfa-linolénico, un ácido graso omega-3 de origen vegetal.
*Por ejemplo, para una dieta de 2.000 calorías eso equivaldría a 100-200 calorías de ácido linoleico.
4. Su estudio también aborda las afirmaciones de que el ácido linoleico es proinflamatorio. ¿Puede explicar lo que encontró cuando investigó esto?
Se ha planteado la preocupación de que un mayor consumo de ácido linoleico es perjudicial para la salud del corazón debido a sus potenciales propiedades proinflamatorias y trombogénicas. El ácido linoleico puede ser elongado a ácido araquidónico y posteriormente sintetizado a una variedad de eicosanoides proinflamatorios, que pueden aumentar el riesgo de cardiopatía coronaria. Sin embargo, esta especulación no está respaldada por estudios de alimentación controlados y aleatorios, en los que se ha comprobado que la ingesta dietética de ácido linoleico no aumenta los niveles plasmáticos de ácido araquidónico ni los marcadores inflamatorios. Por el contrario, algunos estudios han encontrado efectos antiinflamatorios de las dietas más altas en ácido linoleico en comparación con las más altas en grasas saturadas.
5. Basándose en este nuevo estudio, ¿cuáles son algunas medidas sencillas que pueden tomar los consumidores para mejorar su dieta?
En lugar de utilizar la mantequilla, la nata, la manteca de cerdo y otras grasas animales como fuente principal de grasa culinaria, se deberían utilizar aceites vegetales líquidos como el de soja, maíz, oliva y canola para cocinar, en la ensalada y en la mesa. Aunque el aceite de oliva contiene poco ácido linoleico, muchos estudios han demostrado los beneficios para la salud de las dietas mediterráneas ricas en aceite de oliva. Los frutos secos y las semillas también son excelentes fuentes de grasas saludables.