Una mantis religiosa observa atentamente el paso de una mosca. En menos de un parpadeo, la ha atrapado. Cuando la cinta se reproduce a cámara lenta, vemos a la mantis hacer una pausa y calibrar, casi como una experimentada receptora de béisbol que se ha dado cuenta de que se enfrenta a una bola de nudillos.
Es un impresionante carrete de luces. Como se detalla en un artículo publicado esta semana en Biology Letters, también es una prueba de que las mantis golpean menos como autómatas y más como cazadores activos, calibrando sus ataques para capturar más eficientemente a sus presas cuando pasan volando a diferentes velocidades.
Los animales depredadores se dividen tradicionalmente en dos categorías en función de cómo capturan sus comidas. El primer grupo, los depredadores de persecución, persiguen a sus presas. Los héroes de acción del mundo animal, tienden a ser llamativos y a llamar la atención, ya sean grandes como los guepardos o diminutos como las moscas ladronas. Los investigadores han descubierto «ejemplos extraordinarios de lo flexible que puede ser su persecución», afirma Sergio Rossoni, que realizó el nuevo estudio como estudiante de máster en la Universidad de Sussex, y que ahora es estudiante de doctorado de zoología en la Universidad de Cambridge.
El segundo grupo, conocido como depredadores que se sientan y esperan, se esconden hasta que llega el momento adecuado, y entonces, bam – atacan. En el pasado, estos depredadores «se consideraban bastante estereotipados en su comportamiento», dijo el Sr. Rossoni, casi como juguetes de cuerda. Los investigadores habían descrito que los ataques de las mantis religiosas se producían siempre «al mismo ritmo y con los mismos movimientos», dijo.